Ilustración para El archipiélago sideral, © 1993, Ballester/Muñoz. |
A raíz de la reciente publicación de la reedición del tercer número de
Libros De La Micronesia, nuestra última edición, a vuelta de vacaciones me he
encontrado algunos correos de suscriptores, clientes ocasionales y
simpatizantes de este humilde sello editorial sorprendidos y molestos la mayoría de ellos
―e incluso alguno indignado― por los comentarios y las opiniones que Carlos
Ballester sostiene en su texto En equilibrio
inestable, larga andanada verbal con que ha colaborado en la publicación.
De manera clamorosa y unánime, todo ese colectivo
de gente afín coincide en señalar la sorpresa que les ha deparado encontrar un
largo alegato contra Libros De La Micronesia en una cuidada edición que celebra y
festeja su publicación más entrañable y que edita De La Pulcra Ceniza, la parte
agraviada, por así decirlo. También está, a qué negarlo, el correo disidente.
Uno solo pero especialmente intenso y que también cuenta. En él no solo se toma
partido por Carlos Ballester sino que se ovaciona su atrevimiento y se jalea
alguna de sus observaciones más chuscas.
Como responder a todos y cada uno de esos correos
es un trabajo que sobrepasa con creces mi disponibilidad de tiempo, aprovecho
este canal para contestar a todo el colectivo de una sola vez.
En su momento, cursamos invitación a Carlos
Ballester para que colaborase precisamente porque, conociendo su talante
insobornable y algo arisco, sabíamos que iba a ser una voz disidente. En ese
sentido no hubo sorpresa; sí la hubo en lo que respecta al calado y la extensión de su texto, que no se atiene a
comentar escuetamente la edición original del tercer número de Libros De La
Micronesia, como le pedíamos, sino que desborda esa acotación y hace toda una
disección pormenorizada de la evolución de la colección, un lacónico resumen de
sus propias andanzas como editor y una crónica fugaz de los vaivenes de nuestra
amistad.
Todo es opinión, y podemos o no coincidir con la
suya y estar poco o nada de acuerdo con sus observaciones al respecto, pero de
lo que no hay duda alguna es que aunque sea de manera especialmente corrosiva y
con opiniones y expresiones faltas de la ponderación debida en muchos casos, En equilibrio inestable es la
radiografía más perspicaz y completa que hasta el momento se ha hecho de Libros
De La Micronesia; y es especialmente valiosa por venir de quien además de
insobornable ha sido editor exquisito, austero, esquivo, raro, marginal por
vocación y olvidado entre los olvidados. Por crítica que sea, la opinión de
alguien con esas credenciales no se puede ignorar a la ligera. Y menos todavía
coartar, censurar, exigir o siquiera sugerir que modifique o modere su
expresión. De ninguna manera podíamos caer esa actitud, por mucho que el texto
"roce en ocasiones el insulto", como dice en su correo uno de
nuestros suscriptores.
Creo que hicimos lo que cabía, y además
convencidos: acusar amablemente recibo del archivo que contenía el texto,
responder a Carlos la verdad: que nos parecía "beligerante, polémico y
superlativo", darle las gracias por todo y a continuación volcar el texto
y comenzar a maquetar como si nada. Si no recuerdo mal, mantuvo su discurso
original de cabo a rabo y nos devolvió las galeradas sin rectificación ninguna.
La consecuencia verdaderamente curiosa, chocante
y por completo insospechada de esa colaboración, que ha sorprendido a propios y
extraños ―a mí el primero―, y que sin duda sorprenderá también al colectivo de indignados
al que me dirijo, ha sido el acercamiento inicial y el lento pero firme restablecimiento de nuestra
amistad al cabo de casi dos décadas de haberla derogado de mutuo acuerdo y a
cara de perro.
El deshielo entre ambos es ya un hecho que ha
comenzado a dar sus frutos. Lo cierto es que lo hemos retomado en el punto
exacto en que lo dejamos; de manera que El
archipiélago sideral, proyecto en el que De La Pulcra Ceniza lleva embarcada
ya unos años y que, si no hay contratiempos, publicaríamos en 2018, contendrá
dos versiones: la original, parcial e inacabada, que aparecerá tal cual se dejó
en su momento, llevará pie editorial de Ortiga Editora y firmaremos Carlos y
yo; y la nueva, que llevará pie editorial de De La Pulcra Ceniza.
Aparte de celebrar “el deshielo de la ortiga” y
de acabar de ponernos al día acerca de esto y lo otro, lo poco que de provecho hemos
hecho Carlos y yo este verano ha sido contemplar largamente los pecios de la
primera versión del Archipiélago y,
entre cervezas y audiciones de viejos elepés de Steely Dan y The Durutti Column,
cerrar un acuerdo arriesgado pero necesario: publicar El archipiélago sideral tal como lo abandonamos en su día, hermoso
y sin aliño ninguno; crudo y auténtico, como todo era entonces.
Ilustración para El archipiélago sideral, © 1993, Ballester/Muñoz. |
Ilustración para El archipiélago sideral, © 1993, Ballester/Muñoz. |
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